martes, 12 de enero de 2016

Perdóname, corazón mío.



Y aquí tengo
a mi agonizante corazón en la mano
pidiéndome clemencia
pidiendo una muerte
rápida y digna
harto de tanto sufrir.

Me mira con ojos acusadores
culpándome
por haberlo dejado pudrirse
lentamente hasta morir.

Perdóname,
corazón mío,
por haberte dejado pisotear
una y otra vez
como una colilla sin apagar.

Quizá no lo merecías,
o quizá sí,
pues recuerda que este camino
lo elegí sólo por ti.

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